Como la ciudad misma y varias de sus instituciones, el primer liceo de Las Piedras nació sin permiso. Su creación no formó parte de una política educativa nacional, sino que fue producto de una iniciativa de la comunidad local. Un grupo de vecinos, preocupados por la dificultad que muchos jóvenes pedrenses tenían para realizar sus estudios secundarios en las ciudades de Montevideo o Canelones, se propusieron fundar aquí una casa de estudios. Este particular origen marcó una identidad institucional basada en el compromiso con la Educación Pública que ha mantenido hasta el presente.
Comenzó como un liceo popular, a la espera de la habilitación oficial, a cargo de un cuerpo docente que no cobró sueldo por varios años, el que, pese a no tener en su mayoría una preparación formal en lo pedagógico, demostró ser altamente calificado en su nivel académico.
En 1944 el liceo fue habilitado por el Consejo de Secundaria.
La primera sede del liceo fue la casona que perteneciera a Don Pilar Cabrera, prestigioso vecino, comerciante y político de Las Piedras fallecido hacía pocos años. Con el paso del tiempo, esta casa resultó pequeña para la creciente población estudiantil, y en 1947 se inició la construcción del edificio actual, más apropiado, en el lugar donde existía una plaza de deportes. Siguiendo un diseño similar al de otros liceos públicos de entonces, basado en el proyecto de los Arquitectos José Scheps y Agustín Carlevaro, el nuevo Liceo de Las Piedras se inauguró parcialmente en 1951.
Como en otras ciudades del interior del Uruguay, el liceo fue y es mucho más que una casa de estudios que cumple con un plan oficial establecido por las autoridades educativas de turno. Ha sido un emporio de ideas e iniciativas culturales de enorme trascendencia, tales como publicaciones, talleres artísticos, actividades musicales y teatrales, competencias deportivas y, fundamentalmente, fue gran un generador de conciencia cívica y de compromiso social.
La vida cotidiana del liceo se fue desarrollando al compás de los hechos de la historia nacional del siglo XX. Nacido en los inciertos años del período interbélico, se vio beneficiado por la próspera etapa siguiente, en el marco de la Segunda Guerra Mundial, época que dejó su marca en la calidad en la construcción y en el ambicioso proyecto original de su edificio. Posteriormente, acompañó y vivió dramáticamente el lento, largo y penoso declive socioeconómico del país, y la consiguiente crisis política que llevó a la caída de las instituciones democráticas en 1973. Muchos de sus alumnos y profesores reflexionaron críticamente sobre esa realidad, se comprometieron, debatieron, reclamaron y más de una vez se enfrentaron duramente entre sectores políticos y con las autoridades, en defensa de sus ideales. Supo ser escenario de episodios muy difíciles de protestas y represión. Por lo antedicho, durante la dictadura militar fue una institución particularmente afectada por la persecución de numerosos profesores y por el férreo control de su funcionamiento. En este difícil período el liceo vivió su vida en la paz de los sepulcros, pero hubo quienes mantuvieron latente la rebeldía primigenia de los padres fundadores, y como Galileo, pese al miedo, no cejaron en sus convicciones. Con la sutileza de pequeños gestos apenas perceptibles, muchos docentes audaces se animaron a educar en vez de adoctrinar, a la espera de tiempos mejores. Durante ese período, el liceo pasó a llamarse Instituto Las Piedras, y en 1982 fue denominado “Manuel Rosé”, en el marco del centenario del nacimiento del notable pintor pedrense.
Vuelto el país a la democracia, el liceo enfrentó el desafío de un cambio de rol en el nuevo contexto, y fue descubriendo paulatinamente que se insertaba en un país más pobre que antes, con una población estudiantil creciente a la que no podía alojar dignamente. El edificio que fuera orgullo de la ciudad se fue superpoblando y tugurizando. En 1984 de creó el Liceo “18 de mayo”, pero esto no resolvió los problemas locativos. Recién después de casi diez años de renovada lucha de vecinos, padres y docentes, se fundó en 1992 el Liceo Nº 2 de Las Piedras, llamado “Germán Cabrera”. Pero el estudiantado siguió creciendo, y hubo que volver a movilizarse para crear un tercer liceo en el Barrio Obelisco en 1997 y los liceos Nº 4 en 2004 y el Nº 5 en 2015.
Desde sus inicios, el Liceo Nº 1 de Las Piedras sigue siendo una institución de referencia cultural ineludible, sede de una comunidad educativa orgullosa de su historia, la que a veces también se siente abrumada por el peso de la mística de un pasado lleno de luces y sombras.